Literatura Alucinógena

lunes, julio 10, 2006

PRIMERAS IMPRESIONES

Como de niño no quise jugar con la arena de las playas (terrible carencia de la
que me resentí toda la vida) ya, fuera de edad, me ha venido el deseo de jugar
y, en este momento, de jugar con los sonidos.
¡Vaya! Qué extraña cosa al principio, esa corriente que se manifiesta, ese líquido
inesperado, ese pasaje portador, en sí, siempre y que estaba.
Ya no reconocemos ningún entorno (lo duro ha desaparecido).
Hemos dejado de tropezarnos con las cosas. Nos convertimos en capitanes de un
Río...
Nos encontramos poseídos por una extraña (y peligrosa) tendencia a los buenos
sentimientos. Todo es cuesta. Los medios son ya paraísos.
No encontramos los frenos; o no tan deprisa como encontramos lo maravilloso...
Ponemos en circulación una moneda de agua.
Como una campana que anuncia una desgracia, una nota, una nota que sólo se
escucha a sí misma, una nota a través de todo, una nota baja como una patada
en el vientre, una nota añosa, una nota como un minuto que tuviera que taladrar
un siglo, una nota sostenida a través de la discordancia de las voces, una nota
como una advertencia de muerte, una nota me avisa durante toda esa hora.
En mi música, hay mucho silencio.
Hay sobre todo silencio.
Hay ante todo un silencio que tiene que ocupar un lugar.
El silencio es mi voz, mi sombra, mi llave... signo que no me agota que en mí se
nutre.
Se extiende, se despliega, me bebe, me consume. Mi enorme sanguijuela en mí
se acuesta.
Cuando nada llega, siempre hay tiempo que llega,
tiempo
sin altibajos,
tiempo,
sobre mí,
conmigo,
en mi,
por mí,
texto de henri michaux